martes, 8 de octubre de 2013

LXIII

Puedo recordar quién era,
y aún puedo demostrarte mis manos,
y los ruidos que resultaron ser yo
y que hasta hoy me habían hecho esperarla

Yo, que me estuve atardeciendo por ti,
yo, que enmudecí por ambos
rompiéndome en los caminos,
veo que hoy por ella sí pediría que la calle derramara

Pero soy voluntad arrepentida,
aunque creyera en su inocencia,
o en mi delirio entregara
mi reino por un beso sobre su hombro

El ser humano no da para más,
provoca la caída del resto del árbol
y mientras corre a rendirse al mar
ya sólo se acuesta y se despierta