jueves, 5 de marzo de 2015

LXXI

Entre las sombras de la hierba
espera a que te marches,
solo y escondido

Su sangre te mancha los pies,
la verás al llegar a casa,
ya sin poder abrazarlo

Cae de espaldas al infierno
y queda dormido boca arriba
esperando el final

Sabía que no podía ser,
quizá empujó demasiado.
La luna, su pecho y el tuyo quedan así atrás.