martes, 20 de septiembre de 2016

LXXXII

Ah sí, perdonadme, he envenenado las canciones
con esta lana rancia que viene de detrás de mí;
a ella la hice mejor de lo que nunca será,
y a mí más de lo que puedo ser,
aquí no hay miseria ni mediocridad.

Ese mundo interior es mucho más justo, más verde
más rico y más profundo que el que me encuentro al salir,
siento al compartirlo que lo envío a su muerte,
un ser puro e inocente que no merece lo que luego sufre
y me veo claramente reflejado... ojalá fuera de oro.

Sólo soy un niño asustado envuelto en telas,
que quiere compartir fruta con una niña asustada
y en el aceite de la noche sentir que alguien le acompaña,
si no supe quemarme mejor no fue mala intención
su voz, su pelo y ella siempre estuvieron presentes en todo lo que quise.


Ayer bloqueó mis palabras, ¿sabéis?
no me deja alcanzarla,
ya ni siquiera puedo hablarle de este vacío,
así que ahora canto para vosotras
y cuando nadie mira remo en mi vaso buscando sus ojos negros.

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