lunes, 9 de octubre de 2017

LXXXVIII (El muro)

El muro parece reciente pero varias grietas lo cruzan, su altura es difícil de calcular. En él sólo hay un portón. Al otro lado es de día, a lo lejos se ve caer lentamente la torre de yodo. A través de la cerradura y entre la luz adivino caras de gente que me quiere, que vive muy lejos y a la que aún no conozco, pero a la que también quiero. Nos veo sonreir, eso seguro. En este lado creo que tampoco estoy sola, o tal vez sí... no lo sé, la luna nueva impide ver mucho, pero algo nubla mi percepción del tiempo, todo parece inminente cuando no lo es, siento que tengo que correr, cuando sé que no tengo porqué.

¿Qué hay detrás del muro?
-Detrás del muro estoy yo, y te espero
detrás del muro volvemos a estar en el río,
están la rama y la vara,
están el Sol que soy y la Luna que eres
y Alejandro sigue entre nosotros.

¿Y puedo pasar?
-No por la puerta, no se abre desde este lado,
debes escalar el muro, y es peligroso,
pero aún no puedes, has de hacerlo sola,
si cruzaras ahora creo que no deberías verme.

No te entiendo, ¿por qué?
-Porque cruzarías con cuerdas que te atan a este lado;
tú ya no las ves, pero tiran de ti ahora mismo,
te has acostumbrado a su peso y las has olvidado,
y no ves cómo te hunden en el fango;
cruzarías tú y arrastrarías a la culpa,
y ésta podría destruir el mundo del otro lado
porque se enredaría en las cosas que quieres,
a mí me ataría las manos, se llevaría mi voz,
me rasgaría los párpados y el pecho,
se enredaría en mis piernas y me verías caer,
y el sueño se volvería así una mentira.

Aún así, ¿por qué me haces esto? ¿Por qué me has hecho este muro?
-No... Yo no he levantado el muro,
ya estaba aquí cuando llegué;
estuve un mes sufriendo, picándolo en la base,
yo sólo he hecho la puerta.

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